Monday, November 13, 2006

Por Víctor Manuel Barceló R.
Los economistas –generalmente por deformación profesional al haber creado nuestra visión en una universidad del imperio- nos solazamos con resultados obtenidos en indicadores de la macroeconomía.
Cacareamos de mil maneras, el haber logrado mantener incólume el precio del peso frente a las divisas, en especial el dólar; nos congratulamos de no rebasar un dígito, el índice inflacionario; pegamos de brincos porque nuestras reservas financieras crecen y crecen…y vuelven a crecer; nos sentimos felices porque hemos reducido el aparato burocrático, aunque ello nos lleve a la in defección ante el aborazamiento transnacional.
El mejor de los mundos económicos es el que responde a recetas del Consenso Neoliberal de Washington, porque así lo decidieron facultativos de Wall Street. Hemos vivido un cuarto de siglo con este paradigma fundamental de las ciencias económicas. Su resultado es claro. Otras naciones, con algún aceleramiento en la “ingesta de esos medicamentos”, se fueron al hoyo donde, prestas, las transnacionales fueron a su “rescate”, engulléndose hasta las banquetas, como me comentaban colegas en Buenos Aires, Argentina.
Y es que en ese país, el adelgazamiento del gobierno fue exagerado. El afán de un grupo económico encabezado por Menen como presidente, entregó las producciones estratégicas de la energía, la banca, minas y otros bienes de la nación –entiéndase de los argentinos- a precios irrisorios, recursos que pronto desaparecieron en el gasto. Los resultados fueron nefastos: crecimiento económico negativo; desaparición acelerada de miles de empresas y entidades argentinas. El conflicto llevó al control del crédito, incluso de los dineros privados, ante temor a mayores consecuencias.
La situación sacó a la calle a miles de argentinos, las cacerolas volvieron a sonar en Plaza de Mayo y otros puntos del país. La organización social inició el rescate. Solo que ahora hay que continuarlo en los tribunales de Washington, adonde las transnacionales llevaron sus asuntos, con el beneplácito de un gobierno espurio, “echado a la calle” por el pueblo, desde las urnas. Esa es la ruta de colisión que lleva la economía mexicana. No habrá nuevos senderos en próximos seis años. Disciplina fiscal extrema –con apretones hacia clientes cautivos de ingresos medios- mantenimiento de la reserva monetaria creciente, susceptible de usarse para pagar deuda externa, a los “pobres” gobiernos e instituciones multilaterales, seguirá siendo el camino de México.
No experimentamos en cabeza ajena. Queremos esperar que las grandes concentraciones de pobres sean por motivos económicos, como ocurrió en otras latitudes planetarias. A nuestros economistas estrella no les preocupa que su amor a la macroeconomía, hunda en la pobreza y acreciente miseria en más de la mitad de los mexicanos. No somos más que números y en los “macros” no aparecemos. Debemos conformarnos con los “changaros y el vocho”, aunque sea una falacia, porque ni siquiera es sueño. Vale más defender al mercado, mantenerle sólido, estable –porque sirve a la economía poderosa, transnacional- aunque anule toda posibilidad de crecimiento económico con ascenso de trabajadores del campo y ciudad a la partición del pastel, más allá de las migajas. Brasil, una nación decidida al cambio, a diferencia de Italia –por mencionar uno de tres países -Grecia y Portugal los otros- susceptibles de grandes turbulencias económicas en el inmediato futuro- dejó la inflación en el cuarto de trebejos, sin que ello represente mejoría financiera o mayor consistencia en crecimiento económico, que despunta poco, al llegar al 4 y 5% en los dos últimos años, respectivamente.
Por ello muchas naciones impulsan, en discursos ante organismos multilaterales, la emergencia de un Nuevo Orden Mundial. Se recuerda aquel que se impulso en los 70 del siglo XX, en que México mostró su bíceps, en apoyo a la inmensa mayoría de naciones pobres, conformando con ahínco la Carta de Derechos y Deberes Económicos de loa Estados. Son momentos de crisis nacional y universal, los esfuerzos que hagamos por un esquema universal que supere al unilateralismo existente en economía, que retorne a la rectoría del estado como paradigma, no serán en vano, como lo muestran resultados en otras zonas del Planeta.
Correo electrónico: v_barcelo@hotmail.com